Por Juan Tomás Valenzuela
La profesión de bocina
está de capa caída
después de la gran movida
de Doña Lucía Medina.
Eso anda de esquina a esquina
como hueso en boca e’perro,
y ya, ni los testaferros,
ni prensa, ni aduladores,
pueden tapar los errores
de estos estupido yerros
De toditos los acólitos
que le sirven al Estado,
a los dos más deslenguados,
los tienen de modo insólito
disfrazados como alcoholicos
en un vídeo proverbial,
queriendo disimular
sus figuras prominentes,
donde no son influyentes
ni pueden regorgotear.
Si les vocearon mañosos,
no se escucha en el vídeo,
pero de ambos, el más feo,
pasó un rato vergonzoso.
se oye el término AQUEROSO…
refiriéndose al enano,
quien levantaba la mano
como pidiendo clemencia,
sabiendo que su influencia
no funciona en ese plano.
El degustador de vinos
quería meter la cabeza
por debajo de la mesa
como un ejemplar canino.
No les dejaron camino
para salir del impasse,
su valor, su mala clase,
su arrogancia vocinglera,
no es tan cool ni tan certera
cuando están fuera de base.
Si estas bocinas tuvieran
aunque sea dos deos de frente,
dejaran a sus clientes
que ellos mismo resolvieran.
No importa que se cubrieran
con la gorra hasta los ojos,
ante el pueblo, son despojos,
son parias, desvergonzados,
amantes del peculado,
con menos valor que un piojo.
Juan de los Palotes
6 septiembre 2018